Identidades
Resulta curioso
como se puede llegar a solapar tu identidad 3D con la virtual o viceversa…
Hay cosas que en
la identidad 3D pueden llevarte al desastre si no eres prudente y mesurado,
donde puedes pagarlo muy caro…
En la identidad
virtual puedes actuar cuantas veces quieras, comenzar o terminar como quieras,
si has sido prudente y no has dañado a terceros, puedes reiniciar el sistema
completo.
Solo tienes que
formatear todo, empezar de nuevo implementando los conocimientos adquiridos y
corrigiendo errores cometidos.
Todo esto es
imposible el realizarlo (o al menos muy complicado) si haces caso de la moda
imperante de poner tu foto y demás datos reales de tu identidad 3D.
Lo magnífico que
tienen los avatares es que puedes realizar una constante metamorfosis virtual.
Una vez conseguida
una identidad virtual a tu gusto (con los valores morales y las actuaciones
consecuentes) los trabajas día a día con esmero y paciencia de artesano,
logrando una existencia idílica, es cuando pasa a
solaparte esa nueva existencia, que por ósmosis va impregnando toda tu vida
3D hasta llegar a ser un matrimonio indisoluble e indistinguibles uno de otro,
de forma que ya actúas con las mismas formas, maneras y valores en las
dos identidades.
Al ser esto así,
es por lo que se debe ser extremadamente cauto y prudente en la elección final
de tu identidad virtual, pues ya aviso que puede llegar a ser definitiva…
Los valores
morales que adoptes en la identidad virtual deben ser los más positivos que
siempre han habitado dentro de ti, pero que los condicionantes externos de la
realidad 3D les habían impedido ser visibles.
Sirvámonos del
“laboratorio virtual” como campo de entrenamiento para realizar el experimento,
que debe ser cuidadosamente observado mediante el conocimiento y el sentido de
la intuición.
Creo que un
escritor hace algo parecido cuando plasma en sus obras sus fantasías, construye
una realidad virtual donde el protagonista (que inconscientemente se identifica
con él) realiza lo que él mismo le gustaría hacer, pero que sus condicionante
3D le impiden…
En las redes,
comienzas siendo (o cumpliendo) un determinado personaje, y al tiempo acabas
practicando lo que realmente y profundamente te negabas o te negaron las circunstancias,
y si has acertado con el personaje, al tiempo serás ya uno solo difícil de
distinguir entre el personaje 3D y el virtual, en ese momento es cuando ya te
planteas el “salir del armario” del mundo virtual y del mundo 3D y solapar
ambos mundos.
En mi mundo 3D ya
soy más conocido en mi entorno por mi identidad virtual que por la 3D donde
solo soy un desempleado de larga duración en espera del subsidio final,
mientras que en la identidad virtual me reconocen una personalidad más
atractiva y eficaz que en la 3D.
La incógnita está
en si esta “nueva” apariencia será determinante en el devenir de la 3D.
Pero eso solo el
tiempo tiene la palabra, pues yo no me atrevo a predecir nada.
Otra cosa también
interesante es la elección del avatar, tanto la imagen como el nombre son parte
inconsciente y otras veces no inconsciente (el caso mío) del
simbolismo que encierra esa acción de crear una identidad virtual. Encierra
dentro de su simbolismo una expresión resumida y extractada de todo lo que se
anhela o se presiente en el devenir del mundo anhelado.
Como desconozco lo
que a otros ha llevado a elegir sus nombres e imágenes, cuento las mías
propias:
El nombre de Ávalon
viene de la historia fantástica de la isla mágica de Ávalon donde se dice que
curas tus heridas y vuelves renovado…
De donde herido el
guerrero lo llevaron las mujeres y curaron las heridas mientras le forjaban la
espada Excalibur, volviendo vengador a defender el derecho y la justicia…
La imagen, esa no
la encontraba, pensé en un acrónimo vistoso y en mil más…
Perdido en el
proceso, paseando por mi barrio, observo una pequeña estatua de bronce en un
señero parque de mi ciudad, es un famoso torero español que está brindando sus
trofeos al graderío…
La figura de este
torero (no su figura humana) simboliza muy bien como me sentía en ese momento.
El torero (o
familiarmente llamado matador) es un humano que antes de la faena le invade un
miedo enorme, hasta el punto de ponerse malo de miedo, pero lo supera y se enfrenta
con enorme valor a una probable muerte muy dolorosa, con un respeto enorme al
noble animal que arremete feroz y sin darle cuartel.
Él solo con los
artificios propios de su oficio, consigue lances casi artísticos despreciando
(solo de apariencia) el peligro de muerte…
Es el matador
auxiliado por sus asistentes a lo largo de la faena, pero realmente él está
solo ante el peligro que supone una fuerza de más de 500 kilogramos de músculo
y hueso armados de dos pitones afilados que certeramente guiados por unos ojos
inyectados de furia le buscan las entrañas.
En mi decidida resurrección
virtual era la figura que encuentro de forma casual mientras meditaba en mi
paseo la que expresaba el conjunto de sentimientos, un miedo enorme al devenir
de las cosas, mi soledad en los lances y lo mortal de mi figura…
Por lo que decidí
adoptar esa imagen del matador (en este caso es de Manuel Laureano
Rodríguez Sánchez Manolete, muerto por el
toro Islero al seccionarle la vena femoral).
Es muy interesante tu reflexión Avalon. Y las cosas que hacemos, las solemos hacer por algo aunque muchas veces nosotros mismos no entendamos ese algo.
ResponderEliminarDeduciría de tu avatar que te gustan los desafíos, y que das una importancia muy grande al valor. Al valor de verdad que es el que existe a pesar del miedo.
Por otro lado una aspiración europeista, deduzco que más como concepto que como institución supranacional llena de parásitos desechados de la política nacional y sin control ninguno.
También el orgullo ( que hemos de reivindicar sin complejos) de ser español.
Y de fondo el cielo que opera de contrapunto a la figura triunfante del torero.
Todo en movimiento hacia arriba, por estar mirado desde abajo.
Un saludo amigo.
Muchas gracias por tu comentario a mi reflexión que lo diseccionas de manera correcta, lo “clavas” que diría un castizo :-)
EliminarUn saludo