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El poder de la ilusión.




Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca.

He tenido un sueño, el entorno y las circunstancias, un absurdo.
Solo me ha quedado claro el mensaje, estoy perdiendo la ilusión.
El desapego puede tener unos efectos indeseados: la pérdida de la ilusión, sin ella estamos perdidos.
Voy a reponer los jirones perdidos en el batallar diario, y reponer mi poder de ilusionarme.
Trataré de reaprender cómo me ilusionaba cuando era niño. El excesivo realismo y racionalidad aplicada a la vida es el corrosivo de la ilusión.
No debo confundir ilusión con afán de posesión material, la linde es muy fina.
Me ilusionaré con proyectos, trabajaré con denuedo por ellos, sin esperar recompensa alguna, salvo la espiritual; será la recuperación de mi ilusión infantil, pero hecha adulta.
Empezaré por poco, cada día una pequeña escaramuza a modo de entrenamiento, para una vez recuperado “músculo”, afrontar otro ya grande.
Mi sueño me ha recordado en su absurdidad de argumento, cual era la placentera sensación que tenía, al contrastarla con la sensación sentida en la pérdida de ella.
Al inicio de acción emprendida en mi sueño, he podido comparar cómo me sentía y como me sentí después sólo comenzada la acción correctora.
El mensaje es claro y determinante: “Tienes que corregir esa actitud” “Tienes que volver a ser capaz de sentir la ilusión por algo”.
Hacía al menos una década, que no había tenido esta clase de sueños oníricos valga la redundancia, es mi subconsciente que me avisa, le haré caso, que siempre mi intuición es acertada, siempre me vuelven estos sueños en momentos cumbres de mi ciclo vital, y al parecer estoy en uno de ellos.


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