Fe de vida 4
Como sabéis suelo poner unos
trozos de pan en el alféizar de mi ventana como donación a los pequeños
gorriones de mi vecindad, esos pequeños seres que les llaman “los sanitarios de
la ciudad”, pues dónde hay, es indicativo
de salubridad.
Hoy he observado un hecho que
me ha dado una reflexión:
Lo gorriones invitados a la “mesa”
de mi ventana, son apartados violentamente por la irrupción de dos palomas, no
las espanto, son animales del cielo también, y aunque no son las llamadas a la “mesa”
tienen derecho a ello, pero ese alimento no es para el que están llamadas, ese
alimento es idóneo por la forma de comer, para el gorrioncillo que lo hace poco
a poco, en pequeños mordiscos. Lo contrario que la paloma, que es en extremo
ansiosa, atrapa un trozo grande, trata de deglutirlo, y ante la imposibilidad
de ello, mueve enérgicamente la cabeza de izquierda a derecha, en un intento de
partir el trozo en dos, cosa que consigue, pero los trozos son lanzados lejos
por el ímpetu de los movimientos de cabeza, con el resultado de que el avispado
gorrión atrapa los trozos lanzados llevándoselos lejos del alcance de la
depredadora paloma.
El resultado es que la paloma
solo come el pequeño mordisco que ha logrado atrapar en el intento de
fraccionar el pan, insuficiente para su tamaño como aporte energético.
No come el que ansía, usando
la violencia, o abusando de su tamaño, y si lo logra es insuficiente, pues se
pone primero a la “mesa” con violencia y solo desparrama.
Otra cosa sería que
colaborara con el gorrión en vez de atropellar con su volumen, los dos tendrían
suficiente.
La “mesa” es destinada para
el que sepa y conozca, no para el que se imponga, ese será el último en comer.
Una bonita reflexión. +1 para el equipo de los gorriones :)
ResponderEliminarSaludos,
Kate.
Muchas gracias por tu opinión Kate, un abrazo.
EliminarAlberto Antonio “Ávalon”
Extrañamente, a pesar de estar viviendo la situación de mi país donde la gran masa de pequeños individuos sobreviven con las migajas que se desprenden de los picos y garras de grandes depredadores, sentí cierto consuelo en formar parte de una especie que no solo es capaz de ver tales semejanzas con respecto a otras especies, sino de producir ejemplares que, como yo, eligen voluntariamente ser gorrión y no paloma. ¡Gran abrazo, amigo!
ResponderEliminarAmigo Gustavo, vuestra situación es muy cercana a mi, no me sois ajenos, vivo con enorme pesadumbre vuestro calvario desde la impotencia personal (que trato de paliarla con acciones personales aquí en mi doliente nación) soy testigo de vosotros, como de la situación del querido pueblo cubano que vive en una isla cárcel, sojuzgada por la misma ideología criminal, tengo la confianza en que esta vez no van a primar otros intereses y que la situación geoestratégica mundial os es favorable y va ser decisiva para el bien de los dos pueblos, hay ya indicios concretos del deterioro de esas posiciones, esperemos que culminen en un justo termino.
EliminarSiempre en mi corazón, recibe un abrazo.
Amigo Alberto, hoy me permitirás que discrepe en parte de ti. En muchas ocasiones sí que triunfa la imposición. Y quizá el problema de la paloma no es imponerse, sino actuar de forma poco precavida al comer de manera ansiosa. Sería hermoso pensar que al final la vida favorece a los gorriones, pero no lo creo así.
ResponderEliminarMe gustan tus observaciones y reflexiones sobre cosas cotidianas.
Un abrazo.
El triunfo de la imposición es siempre temporal y finito (aunque a veces a las victimas les parezca muy largo).
EliminarLa vida no favorece ni desfavorece a nadie en mi opinión, somos nosotros con nuestras acciones los que nos dañamos a nosotros mismos, según sean justas o injustas.
Muchas gracias por participar amigo Ivan, y tienes todo el derecho a discrepar (incluso de mi) :-)
Un abrazo
Mi interpretación de la historia: Las "palomas" del mundo solo podrá comer lo que no alimenta el alma del "gorrión".
EliminarComo las antiguos cuentos de la India, una historia cotidiana como la tuya hace pensar.
Magnífica interpretación de la historia que cuento, amigo mío, el que con violencia se impone, no es capaz de asimilar lo substancioso de la vida, come pero no es saciado nunca.
EliminarUn abrazo
Buena historia, con gran moraleja. Magnífico Avalón.
ResponderEliminarSaludos, Fran.
Me place mucho que te haya gustado.
EliminarUn abrazo