Fe de vida 8
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El señor de la ventana.
Es mi voluntad el donar
trozos de pan a los “alados” de mi calle, entre ellos tengo favoritos: los
gorriones.
No desecho a las dos palomas
vecinas también, pero no son mis favoritas comparadas con los pequeños
gorriones, avispados y ágiles.
Los dos me sirven bien para
realizar reflexiones de vida.
Como contaba en otra entrada,
la ansiosa paloma, desparrama mas que come, se cree dueña por su tamaño y
agresividad de mi ventana, enseñoreándose de ella, y defendiendo “su posesión”
paseando de un lado a otro como un centinela armado.
No es la principal elegida,
lo son los humildes gorriones, pero el “señor de la ventana” provee para ambos,
y trata de hacerlo equitativo.
Ante la supremacía física y
de carácter de la paloma frente al tamaño del gorrión, pequeño, pero muy ágil,
el “señor de la ventana” provee el alimento con un tamaño que sirva a los dos,
según su aptitud: Trozos lo suficientemente grandes para que la ansiosa paloma
no los trague de un golpe, por el contrario se vea precisadas a trocearlo con
un giro brusco de la cabeza, consiguiendo desparramar en todas direcciones el
donativo alimenticio, con beneficio de los expectantes gorriones.
El resultado es que con la violencia, la paloma solo consigue un quinto de alimento.
La violencia de la paloma
solo sirve a los gorriones mas timoratos, a los más acobardados, a los que no
se atreven a ir a por el trozo grande y suficiente directamente, aunque tengan
que arrostrar cierto riesgo; por el contrario, se tienen que contentar con los
trozos que la violenta y torpe paloma desparrama, teniendo incluso que competir
por ellos con otros pusilánimes compañeros, no quedando satisfechos totalmente.
La violenta paloma, es menos perseverante,
el gorrión es perseverante y más leal, no se cansa de pedir cuando necesita,
insiste una y otra vez, se apoya en el borde mirando directamente a
nuestros ojos, pía incluso para llamar nuestra atención…
Se comporta como un seguidor
fiel y confiado en el “señor de la ventana” el timorato, aún viendo los signos
precedentes, no cree en el “señor de la ventana”, su falta de fe, le hace vivir
una vida llena de temor, escasez y
dependencia de lo que quieran dejarle los violentos de su entorno.
Reconozco muchos paralelismos
entre los animales y los humanos, el otro día me crucé con un ser humano que se
comportaba como un pavo real, lleno de presunción, desplegaba todo su plumaje
en un alarde de poderío…
Y al primer “ruido” plegó
temeroso el plumaje.
¡Que gran historia esta anécdota, y que llena de contenido!
ResponderEliminarMe alegro cada vez más de tu “nueva visión de la vida” y que las compartas con los que te seguimos fieles.
Un besote
Elena
Muchas gracias mi muy querida Elena por tu opinión, no es una nueva visión como dices, es el destapar lo tapado por años de mundanidad; respecto a compartirlo con mis fieles seguidores, es una obligación.
EliminarEspero que sigamos en contacto, aunque solo sea por medio del blog.
Un gran abrazo para ti.