Crónica desde el parque II
Estoy observando
como se ha establecido una “lucha territorial” en el parque, entre ciclistas,
patinadores y el resto de los usuarios de movilidad reducida por ir solo a pié.
Una lucha por el
terreno común que está rayando en peligrosa.
Ciclistas “Troll”
que intentan amedrentar con rápidas pasadas excesivamente cercanas, secundados
en esa estrategia por los patinadores, tanto de “ruedines” como de monopatín, y
todos ellos en su conjunto, ignorados por las víctimas de esa estrategia de
amedrentamiento de los peatones.
Las nuevas
bicicletas eléctricas del ayuntamiento, son usadas como motos…con una velocidad
excesiva para el medio en el que están, mientras se cruzan, driblan o hacen
malabares usando a los niños que caminan con sus pequeñas motos impulsada por
sus pequeñitos pies como bolardos a los que evitar, y todo esto ante la vista
de unos indolentes progenitores ante el peligro que se cierne en el entorno.
De un día para
otro, preveo un accidente con heridos.
Es el último día
de otoño, pues ya entramos en invierno, hemos cambiado la hora, (atrasándola
una hora) por lo que en invierno cambiará posiblemente el escenario.
Despido el otoño
en un anochecer casi oscuro, solo alumbrado tenuemente por las farolas de
estilo del principio del sigloXX, con una luz cálida amarillenta que da un
aspecto melancólico a las avenidas arboladas con las hojas caducas de los
castaños caídas en el suelo mientras su follaje avisa de un próximo cambio de
temperatura, todo muy “viejo” de aspecto que te puede retrotraer a varias décadas
atrás…salvo porque la nueva moda de poner luces a las mascotas perrunas al
anochecer (que es según una norma municipal -que me citó una usuaria, y no lo
tengo contrastado- es cuando se pueden soltar a las mascotas para que
correteen) convierten a esas mascotas en modernas luciérnagas de cuatro patas.
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