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Motín en la sala de máquinas.





El ambiente es ensordecedor, los 120 decibelios "A" hacen la vida muy difícil, el estar siempre con la protección de los cascos puestos te agobian.

Aún en ese ambiente se pueden tener ilusiones de ascender –incluso sin salir de ese infierno-  se puede tener esa ilusión.

Se extiende la información de que uno del grupo va a ser ascendido sin oposición ni concurso, sólo con el designio del jefe de la nave.

Todos hacen quinielas sobre quién será el elegido.
Hay una persona que a juicio del grupo tiene muchas posibilidades: Moreno.

Esta persona es un tipo muy trabajador con una calidad en el trabajo excelente (se auto controla la calidad con los aparatos que pide prestados a los inspectores de calidad), es extremadamente popular.

Como digo, todas las quinielas prefieren a Moreno, es el ganador a excepción de uno mismo.

Llega el día de la promoción y nos reúnen para comunicárnoslo, después de un discurso de Panizo, éste nos dice el nombre.

No es Moreno, es el más impensable de todos nosotros, la promoción a caído sobre el mas vago, "canta mañanas" e inútil de todos nosotros.

El nombramiento cae tan mal que causa un motín.

De regreso a nuestras máquinas, la gente cae en una postración enorme, pasando de una depresión a una actitud agresiva, se amotinan y van a hablar con Panizo.
Le manifiestan que todos se sentían los candidatos idóneos, pero que de no ser así pensaron que sería Moreno.

Panizo reflexiona un momento y dirigiéndose al grupo pregunta a todos a la vez:
¿Si nombro a cualquiera de ustedes, creen que este hombre podría hacer el trabajo de ustedes con la misma eficacia?
La gente estupefacta, negó con la cabeza.
– Pues ya lo ven, yo tengo el deber de sacar la producción y por lo tanto obro en consecuencia.
– Ya verán como este compañero suyo que antes no era muy rentable (hay que reconocerlo) a partir de ahora les hará trabajar más y no les dejará respirar.

Ya en el puesto de trabajo, los estupefactos compañeros acabaron de explotar.

Acordaron no trabajar bajo las órdenes del nuevo "jefecillo".

Nombraron a una comisión que comunicó a Panizo la determinación del grupo de no aceptar su mando y por lo tanto no reanudaríamos el trabajo hasta que no nos cambiasen de jefe...

Algunos días después cambiaron de jefe y al nuevo lo trasladaron a prensas, pero ya con el grado consolidado.

Pienso ya en la distancia, que ese inmerecido y “digital” ascenso fue el pago de alguien que debía un favor a ese personaje, nunca supimos qué era lo que se le pagaba.

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