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Nota del domingo 09 de abril de 2017



A más de uno que dice que la vida es muy breve, le parece el día muy largo, decía Friedrich Hebbel, hoy no sé lo que me parecerá a mí; anoche me eché a dormir, me sentí acompañado (como cuando mi madre me besaba al acostarme), y esto tiene su gracia que lo diga este “viejo guerrero”.

Con el brillante Sol de primavera, no se puede sentir uno deprimido en este “domingo de Ramos”.
Este fin de semana, a modo de cuento pedagógico, me acuerdo de uno que puse en una entrada que me gustó bastante: Se llamaba creo “ Las canicas de cristal”.
Pongo un trozo de mi entrada (que es más amplia) que podéis ver aquí, junto con los créditos de donde saqué la historia, pero ahora os pongo el texto que aludo:
Sintonicé mi equipo de radio a la porción telefónica de mi banda, para entrar en una red de intercambio de sábado en la mañana.
Después de un rato, me topé con un compañero cuya voz sonaba un tanto mayor.
Él le decía a quien conversaba con él, algo acerca de "unas mil canicas".
Quedé intrigado y me detuve para escuchar lo que decía:
"Bueno Tom, parece que estás ocupado con tu trabajo y que te pagan bien, pero es una lástima que tengas que estar fuera de casa y lejos de tu familia tanto tiempo.
Es difícil imaginar que un hombre joven tenga que trabaja sesenta horas a la semana para sobrevivir. Qué triste que te perdieras la presentación teatral de tu hija".
Continuó: "Déjame decirte algo que me ha ayudado a mantener una buena perspectiva sobre mis propias prioridades".
Y entonces fue cuando comenzó a explicar su teoría sobre las "mil canicas".
"Verás, un día me senté e hice algo de aritmética. La persona promedio vive unos setenta y cinco años. Ya se, algunos viven más y otros menos, pero en promedio, la gente vive unos setenta y cinco años.
Entonces, multipliqué 75 años por 52 semanas al año, y obtuve 3,900, que es el número de sábados que la persona promedio habrá de tener en toda su vida.
Y ahora voy a la parte importante. Me tomó hasta los 55 años pensar todo esto en detalle", continuó, "y para ese entonces, con mis 55 años, ya había vivido más de dos mil ochocientos sábados!!! Me puse a pensar que si llegaba a los setenta y cinco años, solo me quedarían unos mil sábados más que disfrutar. Así que fui a una tienda de juguetes y compre todas las canicas que tenían. Tuve que visitar tres tiendas para obtener 1.000 canicas. Las llevé a casa y las puse en una fuente de cristal transparente, junto a mi equipo de radioaficionado.
Cada sábado a partir de entonces, he tomado una canica y la he tirado.
Descubrí que al observar como disminuían las canicas, me enfocaba más sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida. No hay nada como ver cómo se te agota tu tiempo en la tierra, para ajustar y adaptar tus prioridades en esta vida.
Ahora déjame decirte una última cosa antes que nos desconectemos y lleve a mi bella esposa a desayunar. Esta mañana, saqué la última canica de la fuente de cristal... y entonces, me di cuenta de que si vivo hasta el próximo sábado, entonces me habrá sido dado un poquito más de tiempo, de vida ...
…y si hay algo que todos podemos valorar, es un poco más de tiempo.

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