Nota del martes 4 de abril del 2017

Amanece soleado, fresco y ventoso este martes madrileño, atiendo la limpieza y salgo a socializar un poco, me paso por el super del barrio para reponer algunas cosas, la cajera me ofrece una oferta de pan para hacer torrijas.

Curiosos estos tiempos donde convivimos multitud de credos y filosofías, en Semana Santa, además de rememorar una parte de los Evangelios, ha quedado masivamente, la tradición de este dulce típico de la Semana Santa, “la dulce torrija”.

Mi abuelo (hombre religioso) decía: [Nace el Señor, y nos ponemos a comer, muere el Señor y nos ponemos a comer, comemos siempre, todo lo celebramos comiendo, ¡como somos los humanos!

Por aquellos tiempos, cuando alguien con posibles fallecía, era costumbre para honrar al finado, invitar a unas pastas o viandas en el llamado “convite funerario”.

He rechazado la oferta de la cajera del super, mi salud ya no me permite esos placeres, pero “in memoriam” voy a escribir la receta de mis torrijas al vino tinto.

Torrijas al vino tinto

Ingredientes

Pan, miel, vino tinto, aceite de oliva y azúcar glassé.

Preparación

Se corta el pan en rodajas gruesas.

En un recipiente con vino tinto, se empapan las rodajas y se reservan.

En un aceite muy caliente y abundante se fríen bien las empapadas rebanadas de pan y se reservan.

En una cacerola amplia calentamos la miel hasta el hervor con un poco de agua para licuarla un poco. A continuación, sumergimos las rebanadas  de pan frito que habíamos reservado, hasta que se empapen bien de miel y las reservamos en una fuente (cuidar de que no estén amontonadas unas encima de otras) y a continuación decoramos con azúcar glasé al gusto (sólo si se desea, pues ya están dulces por sí mismas, aunque con el sabor del tanino del vino tinto).

Como  supondrás, esta Semana Santa, sólo tendré el recuerdo de ellas, pues todo me está vedado.

¡Buen apetito el que quiera y pueda tomarlas!