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Nuevo hábito que me sana.

Quiero compartir con vosotros un nuevo hábito sobrevenido: Normalmente cronifico mis observaciones y mis vivencias con sinceridad y prescindiendo de la mentira, pero guardando las formas de la educación y las buenas maneras.

El caso es que en los últimos tiempos las historias, las personas y los sucesos me cargan bastante y necesito soltarlas, limpiarme de tanta toxicidad que me cae encima. Pero no puedo publicarlas en mi blog que era la forma que hasta ahora había encontrado como remedo de confesión ante un cura o un psicólogo, es tal la basura que mancharía el blog.

Notaba que tanta mierda en mi interior, que no podía vomitar ni tampoco digerir me estaba intoxicando lentamente, me estaba agriando el carácter, los pensamientos dando vueltas a horas nocturnas me retardaban el sueño. Si lo publico seguro que es peor, pues hasta mis opiniones me podrían llevar a los juzgados.

¿Qué hago?

Me acuerdo de una frase de mi abuela: Si la lengua fuera de madera y se pudiera quemar después... Bueno, pues el papel se puede quemar y como no tiene el delito añadido de la publicidad lo pongo  en el papel.


Eme aquí armado de cuaderno de notas y un Pilot rojo para que la escritura tenga carácter y allí reflexiono sobre lo que me bulle en la cabeza, lo escribo, lo analizo, pongo las soluciones que encuentro mejores, describo a las personas protagonistas sin recato, sinceramente brutal sin el corsé de la cortesía y las buenas maneras, nada ni nadie escapa a mis observaciones y opiniones, ni siquiera yo mismo, que a veces me pongo de chupa de dómine, porque tontos somos un rato también nosotros. Después de escribirlo,y volverlo a leer no dura en mi poder dos horas pues lo rompo y lo tiro a la basura.

El efecto es hasta ahora milagroso, me queda una tranquilidad de espíritu enorme, hasta las repetidos encuentros con esos seres tóxicos los puedo soportar con santa paciencia en la confianza de que no me pueden dañar ya, habida cuenta que les he quitado la careta y los veo y oigo como son, y lo mismo digo de los problemas que tanto me agobiaban, pues o doy con la solución o veo su nimiedad, pues a veces lo que nos asusta es la sombra agrandada de su ser que a plena luz vemos lo pequeñito que es.

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