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Grasa emocional.

En una anterior entrada, me lamentaba en cierta forma de mi falta de datos para navegar en internet. Me he puesto a la tarea de analizar este diagnóstico, encontrando culpable a las nuevas interfaces de Twitter y Facebook, principalmente. Pero no era realmente ése el problema, el problema estaba dentro de mí. Como muchos sabéis, estoy viviendo un momento especial, emocionalmente hablando, necesito conectar y compartir mis emociones, como otros necesitan beber. Esta necesidad emocional, me ha producido una “sobrealimentación”, lo que se llama una “infoxicación” y mi diagnóstico ha sido: Saturación de grasa emocional. Y el exceso de consumo de datos ha sido a su vez el efecto colateral. Por ese conocimiento, he pasado a recetarme una dieta de Twitter donde tuiteo lo imprescindible y menos aún, con un resultado de ahorro en datos y grasa emocional espectacular, mientras me dedico a reflexionar e investigar lo descubierto. Ello me ha llevado a tratar de ver mi “pene

Contrastes.

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Como ya me es habitual, la vida me enseña con ejemplos la   filosofía del vivir. Hoy circulando por Madrid he recibido otra lección de ejemplos de vida dada por un animal, un “peludo” de cuatro patas y de aspecto fiero –de raza boxer- y un padre en la 4ª década de su vida, -guía de su retoño – que iban ambos en sendas bicicletas. Comienzo por la del padre “guía”: Circulo por una avenida casi desierta de cuatro carriles (dos para cada dirección), me aproximo a un paso de peatones   (“cebra”) y observo que por la acera de la izquierda van dos ciclistas (el padre y su retoño), no parece que nada indique que vayan a cambiar de dirección, cuando repentinamente se lanzan a cruzar el paso de peatones sin poner pié a tierra como es preceptivo –puesto que si van montados son un vehículo, mientras que si van a pié son peatones-   justo en ese momento comienzo a cruzar a reducida velocidad   el paso en el tercer carril de distancia de ellos, cuando soy amonestado con gestos por e

Motín en la sala de máquinas.

El ambiente es ensordecedor, los 120 decibelios "A" hacen la vida muy difícil, el estar siempre con la protección de los cascos puestos te agobian. Aún en ese ambiente se pueden tener ilusiones de ascender –incluso sin salir de ese infierno-   se puede tener esa ilusión. Se extiende la información de que uno del grupo va a ser ascendido sin oposición ni concurso, sólo con el designio del jefe de la nave. Todos hacen quinielas sobre quién será el elegido. Hay una persona que a juicio del grupo tiene muchas posibilidades: Moreno. Esta persona es un tipo muy trabajador con una calidad en el trabajo excelente (se auto controla la calidad con los aparatos que pide prestados a los inspectores de calidad), es extremadamente popular. Como digo, todas las quinielas prefieren a Moreno, es el ganador a excepción de uno mismo. Llega el día de la promoción y nos reúnen para comunicárnoslo, después de un discurso de Panizo, éste nos dice el nombre. No es M

Vigencialismo, una nueva forma de esclavitud.

Hasta ahora conocemos lo que se entiende por consumismo , sabemos que existe en diferentes grados de intensidad y que en su máxima expresión llega a ser destructora para el medio ambiente y para el mismo ser humano. Vengo desde hace tiempo ya reflexionando sobre un nuevo aspecto, una nueva forma que esclaviza a los seres humanos, lo tenía diagnosticado –aunque todavía no le había puesto nombre—por fín he encontrado un análisis de un erudito antropólogo que describe lo que había yo detectado y le ha puesto nombre: “Los que viven por y para la vigencia”, ergo son vigencialistas . Notaba la diferencia entre los consumistas de la moda, de la tecnología, del alimento y otras muchas facetas, todas asociadas pero con matices digamos “de pensamiento”. En mi niñez se les llamaba “noveleros” por lo de novedad, amigos de todo lo nuevo y novedoso. Pero he notado que ahora llevan un añadido “filosófico” y es lo que les ha señalado como un peligroso “programa malicio

Actualizando mi minimalismo

He observado que muchas entradas enlazadas en mi Tribuna de compañeros minimalistas de reconocido prestigio en su tiempo, no han resistido el paso del tiempo, -ni siquiera 5 años- han desaparecido o simplemente han puesto el dominio en venta, otras entradas han sido borradas por el autor, he tenido que editar mi post para no confundir a mis lectores. Ello me ha llevado a una reflexión: Tengo que iniciar una “actualización de mis entradas” ¿Cómo lo haré? Unas veces será entrando en mi post y editando el fallido enlace, otras con un nuevo post actualizado en información y criterio (si lo hubiera). Uno es minimalista en el momento que se decide a practicarlo, pero la condición humana lleva muchas veces a cambiar,   matizar criterios, o incluso a rechazar abiertamente lo creído hasta entonces. Todo esto es lícito, aunque es conveniente una reflexión y explicación del cambio, primero hacia uno mismo , y posteriormente compartirlo con los que en su momento lo leyeron. Lo

Jubilados y hábitos.

¿Cómo afrontamos la jubilación? Cada persona es un mundo, creo que no hay dos iguales, por esto mismo no hay dos jubilaciones iguales. He estado un lustro preparándome para ésta (entonces hipotética) nueva etapa. Ya poseo el músculo necesario, y con la ayuda de Dios, espero culminar el plan establecido. Un lustro de austeridad, me ha preparado para afrontar el futuro. Sabido es que subir de escala se hace con agrado, pero bajar de nivel, eso duele mucho, ahora mi nivel no baja, si no que sube, no mucho, pero sube. Tendré más estabilidad económica, y lo que es más significativo una situación socio-económica definida. He traspasado el foso que me separaba de la sociedad, el foso de los “descartados” del sistema productivo,   ahora   estoy en el campo definido de los receptores de pensión, he entrado en el colectivo numeroso de “votantes de la tercera edad”. Antes, cuando era del pelotón de los “descartados” no se me tenía en cuenta, pareciera que no fuera ni siquiera

Las bolas doradas de la aldea de los “hombres que siempre sonríen”

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Amanece un día luminoso y fresco como muchos en ese valle fecundo que protegen unas montañas permanentemente nevadas, que rodean  el valle donde está la aldea de los conocidos “hombres que siempre sonríen”. Sale como es su costumbre muy temprano hacia el lago para pescar y observar las montañas, captura algunos peces para el trueque (pues él es pescador). Se siente pleno de vigor, el aire fresco le vivifica y le hace sentir muy bien, ha dormido de un tirón, y después del almuerzo se prepara para comenzar la jornada que le ha sido donada. La vida en la aldea de los “hombres que siempre sonríen” es muy sencilla y agradable, viven en armonía   unos con otros y con la naturaleza misma. Cada uno se dedica a lo que sabe, él por ejemplo se le da muy bien pescar, otros como el herrero es muy bueno forjando herramientas y utensilios para otros, están los que saben sembrar, cuidar ganados, cazar, hacer reparaciones o construir casas, todos se aplican a lo que entiende

Testimonio de un minimalista

Comencé con el minimalismo como una venganza contra el sistema que me descartaba del sistema productivo y de consumo. Aunque era una reacción humanamente comprensible, no era buena para mi espíritu y desarrollo como ser humano, pues era un sentimiento de venganza. Sí eran buenas sin embargo las acciones emprendidas: la austeridad implementada por ejemplo. Trajo orden en el caos del día a día, ajustó las necesidades a las reales y me liberó de las cadenas de necesidades falsas, implantadas por otros intereses ajenos a mi felicidad. El uso de técnicas de reciclado obligado, hizo que creciera en el poder de la reflexión y de la inventiva. Analicé, comparé y busqué en libros y escritos antiguos, experiencias similares, y en todos los tiempos las cadenas eran similares y las consecuencias parecidas. No son un error de ahora, es un error sin tiempo definido, es viejo   como el hombre mismo. No hemos cambiado nada, solo lo hemos modernizado algo, y al cometer

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