Inmersión en el tiempo
Estoy enfrascado en la revisión y
maquetación de mi autobiografía desde 1969 que al mismo tiempo es la de la
España de aquellos años.
Esta inmersión en la sociedad
española de hace 44 años, está resultándome demoledora para mi psiquis…
Los acontecimientos que
narro, que entonces no les encontraba explicación, hoy con el paso del tiempo,
toman sentido y me ofrece la explicación a muchos de ellos, la exposición que la realidad
hace con el paso de la historia, se muestra implacable con
los errores.
Lo que ahora hago y soy es
producto de lo que hice en el pasado, esa es una verdad indiscutible, pues
somos hijos de nuestras acciones o no acciones en el pasado.
Me he reencontrado con una
sociedad en la que los protagonistas hoy, o están jubilados, o están muertos, o
en el camino de ambas situaciones.
La sociedad se
comportaba y se componía de los mismos elementos y comportamientos que hoy mismo.
Los corruptos ostentaban el
poder en todos los niveles…
Los corruptibles estaban
opositando…
Somos la misma sociedad hoy
que la de ayer.
Mi comportamiento ayer era el
mismo que hoy, confrontación con la corrupción, la bajeza moral inherente a
muchos humanos y el nepotismo.
Hoy soy después de todos
aquellos enfrentamientos, unos de mucho éxito y otras veces salí mal parado, como
ese viejo perro de pelea, que está cubierto de heridas mal suturadas, las
orejas mutiladas pero con los colmillos (ya retorcidos) aún capaces de dar una
dentellada en los ijares…
44 años después, todavía no
hemos sido capaces de corregir el rumbo.
La cobardía y el egoísmo son
los causantes.
Hay ahora una conciencia
ciudadana más sensible que por entonces ante la corrupción (quizás debido a la
propia crisis que nos ha situado ante nuestra imagen real)
Caímos en la codicia del
dinero fácil, y lo fácil siempre esconde una trampa…
Al socaire del dinero fácil y
abundante, todos nos entregamos al consumismo desaforado en una sensación de
eterno “paraíso”. Los ignorantes, codiciosos de falso bienestar se unieron a los
administradores irresponsables del dinero público, los empresarios
reconvirtieron el país en un inmenso lupanar de comisiones, corrompiéndose y corrompiendo
a troche y moche.
Los fondos europeos (que
algunos creían inacabables) sirvieron para el propósito del saqueo público.
La creencia en que mejor seríamos
un país de servicio que de manufacturación, desertizó nuestro tejido productivo
incluido el campo y la ganadería, llegando a ser un país dependiente del
exterior…
Ahora ya no somos un país,
somos una marca: “la marca España”, ergo los secesionistas quieren separarse de
una marca, que no de un país.
Como sociedad, necesitamos
reinventarnos.
Como yo mismo que me he
tenido que reinventar a partir del cuerpo inicial, denostando el consumismo
desaforado, siendo más autónomo y polivalente, con un renovado voto de radical
anticorrupción.
Y sobre todo, un compromiso
conmigo mismo, en ser como yo soy, un ciudadano militante en los valores
positivos que como pueblo siempre hemos atesorado, aunque a veces lo hemos
tenido que ocultar “por no ser muy popular”, es decir patriota de nuestros
valores positivos y eternos, sin prestar oídos a los “cantos de sirena”.
La lucha será muy dura,
algunos no veremos el final, pues la jubilación vital de muchos de nosotros está
rondando implacable en su marcha…
Pero eso no importará, el
futuro debe ser y será nuestro.
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