Conectar con nuestro prójimo.
Acabo de
terminar una carta de pésame a un amigo; la he escrito como todo lo que escribo
de manera personal con plumilla de palillero y tinta china.
Estas Navidades
lo he realizado igual, me he dado cuenta de una cosa, en esta sociedad
que decimos “conectados”, se refiere a conectados virtualmente, no físicamente
(naturalmente esto mismo es una generalización).
Esta
personalización implica que tengo que conocer el domicilio donde enviarla,
buscar papel adecuado y sobre, franquearlo (es decir poner la estampilla de
correos) y buscar una oficina de correos o un buzón (algo difícil hoy en día al menos en Madrid donde resido actualmente).
Mis y nuestras
comunicaciones son instantáneas por los medios electrónicos, pero esos no
transmiten mi humanidad como lo ha hecho esta carta que he mencionado.
El cuidado con que la he escrito, cuidando de no torcerme en el folio en blanco, el
esfuerzo de buscar el tintero y las plumas con el papel (a esto se le llamaba “escribanía”)
el limpiar la pluma después de terminar (para que estén óptimas para la próxima)
y cuidar de no cometer un error, pues no hay corrector de texto, es volver a
empezar de nuevo la única opción plausible.
Todo esto
transmite a nuestro destinatario el interés que tiene para nosotros su amistad.
Otra cosa que he
observado, mi lista de contactos (cientos) el 98% son electrónicos, ningún
domicilio (salvo los comerciales), si quisiera escribirles una carta común, no
podría por desconocer donde viven o a donde escribirles…
¿De verdad
estamos “conectados”, de verdad podemos decir que somos una sociedad “hiper conectada”?
Me temo que en
absoluto, no me extraña nada que recurramos a avatares o fotografías
desactualizadas.
Haceros unas
preguntas (las mismas que me he hecho yo): ¿Cuántos domicilios conozco (los de
negocio no valen)? ¿A cuantos contactos le puedo mandar una carta
personalizada?
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