¿Cuándo debemos parar?
El ser humano en la infancia
se adapta por medio del juego a la que será su vida de adulto, se entrena en
diferentes roles y si nos fijamos en ellos ya manifiestan sus preferencias,
otra cosa será que las circunstancias se lo permitan, pero la substancia base,
el cemento está en él… que tarde o temprano saldrá a la luz.
Las “circunstancias” (muchas
veces impuestas) le fuerzan a una posición de partida o a una postura de la que
le es muy difícil salir…
En cierta ocasión describía
mi forzada postura en la que me sentía prisionero sin otra alternativa que
seguir para adelante… Empleé una figura retórica para ilustrar mis sentimientos:
“Me siento como si me hubieran sentado en el sillín de una bicicleta y me
hubiesen atado los pies a los pedales… si dejo de pedalear, me caeré haciéndome
daño”
La mayoría de las personas
se ven impulsadas por ¿la impronta genética, por la conveniencia social, por la
propia supervivencia? a formarse, trabajar, formar una familia y criar una
prole…
Unos lo consiguen al 100% y otros
menos porcentajes…Pero todos lo intentan.
Me voy a centrar no en lo que
opino que es un éxito, es decir lo que en mi opinión alcanzan lo adecuado, que
es el crear una familia, criar a los hijos y ya en paz, ver crecer a los nietos…
Pero éstos son la minoría, la
mayoría no sigue estas pautas.
Unos pasan de ser padres y
criar a sus hijos a criar a sus nietos en un bucle sin fin…
Otros sin necesidad de ello,
permanecen instalados en el constante afán de acumular posesiones, cargos y
ambiciones en un sinsentido absurdo.
Éstos últimos son reos de
timos, enfermedades asociadas al estrés y otros efectos colaterales aumentados
por las limitaciones de la edad que no perdonan a nadie.
No alcanzan la paz del
anciano ni tienen la perspectiva de la experiencia y conseguirán morir en la
desazón y la desesperación pues fueron condenados al castigo de la tarea
infinita, sin fin y sin meta…
Los mismo que si nos fijamos
en los juegos de los niños para intuir por dónde van a ir sus inclinaciones, si
nos fijamos en la vida de los ahora ancianos, observaremos que la tónica dominante
en su vida fueron la acumulación de posesiones materiales…
Su creencia en su poca valía
como personas les llevaba a tratar de juntar bienes materiales para demostrarse
así mismos lo mucho que valían…
Hicieron del dinero un valor
moral, y a su servicio dedicaron sus anhelos.
Camuflaron todo ese interés
en juntar patrimonio en un interés lícito de dejar un substancial patrimonio a
su descendencia…pero todo es un camuflaje para vestir su único sentido que es
su firme creencia en el “tanto tienes, tanto vales”, de suerte que éstos seres
infelices son incapaces de transferir antes de su muerte su patrimonio a su
prole…consiguiendo que los herederos están deseando que se vaya de una vez.
Luego en las exequias, un
profesional contratado, leerá un panegírico de una persona que desconocía la
mayoría de las veces y alabará los altos intereses de equidad y lo generoso que
era y los altísimos valores morales que atesoraba…
Habría que recordarles lo que
les pasaba a los Faraones de Egipto, eran enterrados en tumbas ostentosas con
gran boato y sacrificio humano y su fortuna en oro y piedras preciosas para que
siguieran su vida de esplendor material en el otro mundo…
La realidad demostrada por
los milenios pasados, era que sus tumbas eran saqueadas (a veces por los
propios descendientes), que no se incorporaron con su cuerpo físico (sus vísceras
y cerebro eran extraídos por los orificios nasales u otros orificios
practicables y guardados en cántaros de barro) los hemos examinados en modernos
TAC y comprobamos que sus restos están momificados…
¿Para qué todo el oropel de
enterrarlos hasta con sus criados y guardias para que le siguieran sirviendo en
el “renacimiento”?
Debemos aprender a vivir con
valores morales auténticos, a no disfrazar nuestras acciones y evitar la
hipocresía…
Los que se sientan como en mi
figura retórica, sentados en una bicicleta y con los pies atados a los pedales,
que sepan que casi la única forma de solucionarlo es tirarse al suelo…
Para ello buscaremos el lugar
menos pedregoso a fin de limitar los daños en cuerpo propio, pero siempre será
doloroso.
Una vez en el suelo, parados,
ya dispondremos de las manos para soltar las ataduras de los pies y podremos
enfrentar el camino de nuevo , pero esta vez ya con nuevos valores de
minimalismo.
Hola Avalón, sin duda uno de tus mejores post. Felicidades.
ResponderEliminarSólo añadiría al final de artículo: con nuevos valores de minimalismo, de espiritualidad y autenticidad del ser.
Como me agrada recibir vuestras opiniones, y si son positivas doy saltos de espalda :-)
EliminarMuchas gracias por tu aportación.