Somos una máquina de hacernos daño.
Observo a las personas de mí alrededor, de mi ciudad, de mi estado; también me observo a mi mismo, pero en mí mismo mejor me comparo con mis recuerdos de cuando me parecía a mis conciudadanos. Y efectivamente llego a la conclusión de que nos comportamos como una máquina de hacernos daño a nosotros mismos. Nos hacemos daño todos los días, a todas horas, en todo momento, pero batimos récord en las fiestas tradicionales, las de diciembre, las de nochevieja, las de año nuevo, la del 14 de febrero, las vacaciones veraniegas, y así seguimos todos los eventos diseñados para hacernos más infelices y sentirnos desamparados o desiguales por comparación. ¡Pero qué dices, imbécil! Me dirá alguien… No lo digo yo, me lo demostráis todos, todos los días y en todo momento. Uno de los mayores daños que nos infligimos, es por medio de la copia de actitudes ajenas o simplemente por seguir las pautas que marcan los medios de propaganda. Claro nos dicen que es tradición, una tradición que han convertido en...