Una historia real de pobreza vergonzante con final feliz.
Me encuentro entre las manos con un cuaderno escolar de mi niñez que aún guardo, todavía conserva el olor, un olor reconocible que me retrotrae a 50 años atrás… Sus cándidos dibujos, su caligrafía todavía no formada, se ofrecen a mi vista con vida propia…Casi me parece oír el chirriar de la tiza en la pizarra. Aquel verano con su Sol andaluz y sus campos agradables a la vista…mi falta de obligaciones como niño que era, se prestaba a la molicie y la vagancia… Mis padres no creían que fuera conveniente para mi desarrollo este estado, decidiendo ponerme un maestro de apoyo para que pudiera presentarme en septiembre más preparado, para lo cual contrataron a un señor que al parecer fue marino mercante y que se mostró disponible a ello. Le mencionaré con su nombre real, omitiendo más seña identitaria a fin de respetar su memoria… Se llamaba José. Hombre menudo y fibroso de pelo rubio oscuro canoso, embutido en un traje de color indefinido, limpio pero muy gastado