La tribuna de Ávalon

La frase de André Maurois: “Envejecer es un  mal vicio que no se pueden permitir los que andan muy ocupados”, me ha parecido siempre una ironía crítica, la vejez les sobreviene de golpe a los “ocupados”, no han disfrutado de la madurez, el estar en sazón. He sido joven (y estaba bien), he sido maduro (y estaba mejor), ahora soy mayor (vivo y reflexiono lo vivido) y pronto seré anciano (no sé cómo será). Una cosa he aprendido, es verdad lo que dijo Miguel de Unamuno: “Todo acto de bondad es una demostración de poderío”. Y es cierto, no todo el mundo puede hacerlo porque es débil, pues si fuere poderoso, haría muchas demostraciones, pues no hay ser más débil que aquel que sólo tiene el recurso de la violencia o el mal, se podría decir: “Es muy débil, sólo tiene ira”.

Parece que Confucio dijo: “Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes deberá acomodarse a frecuentes cambios.” Como definía en una entrada mía (ver aquí) el concepto de felicidad es la suma de micro felicidades, respecto a la sabiduría, eso es cosa de Dios, pues lo nuestro no llega nada más que a astucia. Lo que sí estoy de acuerdo es lo referente a acomodarse a frecuentes cambios, que serán en efecto, frecuentes, pues el “anclarse” es conservar el conjunto, con sus sombras y sus luces. Buscar las micro felicidades, sólo se puede hacer con constantes cambios. Pero… ¿Cambiamos a voluntad propia, o nos hacen cambiar?

Dijo Friedrich von Schiller: “Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón.” No todos nos damos cuenta, pero siempre tenemos ante nosotros una fotografía aproximada de nuestro posible futuro ante nosotros. De las acciones que tenía ante mí, estaba en primer lugar el migrar a un pequeño pueblo lejos de Madrid, pero la vida, el destino o la Providencia, dispuso ante mí una alternativa imposible de visualizar en aquel momento ( ver aquí la entrada ). Como sabéis la tomé, consciente de estar obedeciendo una señal… Supe desde el momento “uno” que se me decía algo, abrí los ojos, agucé el oído, en suma me apresté a lo que venía. De momento vivo con más calidad de vida y hasta ahorro 50€ al mes. Mientras sucede todo, observo y miro mi entorno, atento a las señales y a las personas, esperando el momento exacto. Sé que en el momento justo, llegará irremediablemente, no conozco qué será, ni su alcance, per

Este domingo soleado calienta mi alma, hoy celebran los comercios el “día de la madre”, ya es para mí solo un recuerdo amoroso, lejano, pero aún hoy recuerdo el olor de su regazo cuando me dolía algo y me acogía en sus brazos. Doy gracias a Dios por haberme permitido devolverle algo de lo que me dió. Sigo sus senderos más o menos, (debe de ser cosa de la genética), las enfermedades que tuvo, las tengo, espero que las virtudes también las tenga.

Sábado de empate, ni bueno ni malo, Sol y nubes, viento y calma, fresco y calor, saturación y calma. Sigo a la espera de no se qué. Pongo la radio para no escucharme a mí mismo, no quiero que mis íntimos pensamientos me perturben. Miedo a no tener miedo. Salgo con la excusa de comprar algo que no necesito, que puede esperar, el establecimiento bulle con “fiebre de último día de existencias”, las cajas no dan abasto, el aparcamiento es una anarquía… En el piso nuevo, apareció una araña cazadora de rincón, no la mato, en una semana creció el doble de su tamaño inicial (deduzco que hay caza, las arañas de rincón, cazan, no usan tela trampa). Sábado de empate, ni bueno ni malo, Sol y nubes, viento y calma, fresco y calor, saturación y calma.

Me debato entre la estrategia   y la táctica, las dos están presentes en mi vida. Como dijo Ksawery (ajedrecista): “Tàctica es  saber qué hacer cuando algo hay que hacer. Estrategia es saber qué hacer cuando no hay nada qué hacer. Alguien mal informado, puede creer que que una persona de edad está acabado, o lo tiene todo echo, comete un error, si no tiene nada que hacer, es cuando tiene que elaborar una estrategia y cuando tiene algo que hacer, emplea la mejor táctica que ha aprendido en su larga vida. Elaboro mi estrategia para un inmediato futuro, en la candidez de que soy capaz de preverlo. …………………….. Hoy he aprendido lo mala que es la soberbia, un hombre que se cree importante, que se cree un comunicador, ha cometido varios errores: Interpreta erróneamente un dicho sapiencial, lo mal transcribe y le dá publicidad, se lo corrijo amablemente y me bloquea en Twitter. Grave error (en quien pretende ser un comunicador), ser tan poco receptivo a la corrección suave.

Decía Andrè Gide: “El secreto de mi felicidad está en no esforzarme por el placer, sino encontrar el placer en el esfuerzo.” Me voy a permitir apostillar a alguien más importante que yo, la clave está en que te guste lo que haces, que ya no es esfuerzo, sino placer. Pero de todas formas, creo que hay muchas formas de placer, está el orgásmico (que puede llegar ha ser la experiencia sensual o una espiritual) la podemos definir como la más grande, pero la degustación (sin gula) de exquisiteces, el tacto de un traje de Vicuña, la caída de un vestido de seda, ya son micro placeres, también levantarse por la mañana eufórico y pleno de vigor, respirar el aire fresco de una mañana de primavera, la ausencia de dolor (en este caso cuando se tiene esa experiencia), todos esos días son días de micro felicidades, pero no son nada si no tenemos lo contrario para comparar.

Parece ser que lo dijo Pitágoras: “Escribe en la arena las faltas de tu amigo”. Sabio consejo, pero cuando las faltas es contra tí, de traición o mentira ¡qué difícil es olvidarlo! Puedes perdonar, pero la falta (aunque la escribas en arena) permanece y se fosiliza. Vivimos en un mundo donde es constante el agravio y la traición, la mentira y el engaño ¡cómo no vamos ha estar en este estado de crispación! Ya no tropiezas con piedras, tropezamos con los agravios “fosilizados” que se comportan como piedras en el camino. ¿Allanad los caminos y las colinas! -Gritó el profeta- ¿Se pudo referir a allanar los caminos de “estos tropiezos fósiles”?

Dice un proverbio chino: “Antes de iniciar la labor de cambiar al mundo, da tres vueltas por tu propia casa”. No solo vale para el mundo, también para uno mismo, la esencia del minimalismo es también eso: Cambiar la forma de vivir, para cambiar el mundo. No es fácil, quizás no es posible cambiarlo, pues es muy difícil cambiar “el mundo”, pero en el intento, sí habremos cambiado nuestra vida y eso ya es mucho. Son cosas que solo aprendes por el “camino”, para aprender tienes que ponerte a caminar. Lo más difícil es decidir “salir de la que crees que es la zona de confort”, pero si no lo haces, habrás filosofado, pero no habrás cambiado nada.

Decía Michel de Montaigne “La palabra es la mitad de quien la pronuncia, y mitad de quien la escucha”. Estoy de acuerdo si cambiamos palabra por discurso, lo mismo la corrupción, la mitad es quien corrompe o se corrompe, y la otra mitad de quien les apoya de cualquier manera. Siguen cayendo caretas (parece que este més va a ser muy productivo en eso).