Los inicios (Génesis)
Mi ocupación actual (una de
muchas) es la maquetación de una
autobiografía que escribí ya hace años (Génesis) para poder verla en un libro electrónico, ya
que la tengo en papel impreso y encuadernado…
Esta labor me lleva a
releerla y estoy reencontrándome a mi mismo, una mezcla de sensaciones fluye
por mi cabeza al leer los pensamientos y hechos que me acaecieron y la versión
que me doy de ellos…
Me sorprendo de la candidez
de muchos de ellos produciéndome una sonrisa inevitablemente…
No me resisto a compartir
con vosotros (ya mi familia) un “tierno episodio” de mis primeros “pinitos” en
lo que después, muchos años más tarde llegó a ser mi profesión, alcanzando un
meritorio puesto en la electrónica más avanzada…
Puede que más adelante, (según
avance en la maquetación) vuelva a compartir trozos de la autobiografía que
aporten algo a “nuestra familia”.
Hoy os dejo este “cacho”,
en el deseo que la saboreéis tanto como yo lo he hecho:
En el año del Señor de 1965
(aproximadamente)
…Todo empezó un tiempo
atrás, cuando tuvimos que llamar a un radiotécnico a casa para que nos reparara
la única radio que teníamos (se la regaló mi padre a mi madre por mi nacimiento allá por
1951), una visita que me marcó profundamente…
Entonces decidí que me
dedicaría a la reparación electrónica, como lo lograría no lo sabía, pero lo
iba a hacer.
Fue, poco tiempo después,
cuando me apunté a unos cursos por correspondencia en la academia Radio
Enseñanza… (Eran los más baratos, aunque había otros más prestigiosos como
radio MAYMO, mucho más caros…)
Cuando llevaba tres meses,
no sabia nada (Esto lo sé hoy) pero yo era muy atrevido… puse un cartel en la
panadería, ofreciéndome para reparar radios a domicilio…
Tuve varios clientes (Esos
si que eran atrevidos)… el primero de ellos en mi misma calle; me abre la
puerta una señora, me identifico como el radio técnico (que orgulloso me sentía
en ese momento), paso y me encuentro en una sala de estar, muy bien puesta con
su mueble de madera buena barnizada, expositor de vajillas y abanicos… aunque
estábamos en un barrio bajo, vivían en él gente que con sus trabajos estables y
razonablemente bien pagados para la época (1965) … en definitiva el ambiente
señalaba algo de bienestar económico…
Al lado del chifonier,
mueble que toda casa que se preciara debía de poseer, estaba sentado un anciano
que no me perdía de vista, su gesto delataba la poca confianza que depositaba
en mi persona (yo tenía en aquel tiempo un aspecto mas juvenil todavía de los
15 años que ostentaba)…
Este aspecto no le infundía
ninguna confianza al anciano…
Yo, adoptando una seriedad
muy “profesional” me dispongo a examinar el aparato de radio, un modelo de
algunos años, pero de tecnología avanzada para su época, disponía para su
sintonía lo que entonces se llamaba “ojo mágico”, que no era sino una válvula electro
luminiscente que se usaba para indicar la sintonía alcanzada, un artilugio
prescindible, pero que le daba un aspecto singular que le permitía revalorizar
el precio del susodicho radio…
De la manera que yo
entendía que era mas “profesional” inicio un interrogatorio sobre los síntomas
que habían observado en el radio…
No podían escuchar radio
Madrid donde daban una radionovela muy famosa por aquel entonces (creo recordar
que era Ama Rosa) ni a los Porretas, serie de mucho éxito popular, lo que
resultaba un drama familiar insoportable, de ahí la urgencia del aviso…
Enterado del problema (en
mis pensamientos creí intuir una fácil solución), me dispongo a abrir el
aparato…
Con parsimonia estudiada,
voy quitando los tornillos de la tapa trasera uno a uno… mientras voy
observando la manera que tendré de quitar la tapa, pues desconocía el aparato
(era el primero al que me enfrentaba), quito la tapa, que sale no sin
dificultad… miro en el interior, está lleno de polvo y de dispositivos, alguno
no lo identifico… me concentro, y
comienzo a barrer con una brocha el interior del mismo, sin sacar el chasis
(pues dudo como hacerlo y si sabré volverlo a meter)…
La inquisidora mirada del
anciano no se aparta ni un instante del aparato ni de mí… cosa que me está
empezando a molestar.
Tomo una especie de lámpara
portátil que he fabricado con restos de aparatos desguazados e ilumino el
interior en espera de ver algo que no deba de estar allí…
¡Eureka! Observo un objeto de forma irregular apoyado
en el condensador variable que sirve para sintonizar las emisoras… no lo
identifico, tomo unas pinzas y lo extraigo… ¡Medio filete de vaca se muestra en
las puntas de mi pinza! Con el corazón que amenaza con salir del pecho,
mantengo la serenidad, y conecto el radio a la red eléctrica… Los antiguos
aparatos precisaban de unos segundos de calentamiento de las lámparas para
empezar a funcionar… esos segundos fueron eternos… ¡Poco a poco fueron
apareciendo sonidos… hasta que por fin sintonizo Radio Madrid!
En años posteriores he
tenido éxitos y placeres… pero ninguno se puede comparar con lo que sentía en
aquel instante…
Al sonido del radio, hace
su entrada en el salón la señora que me llamó, una niña de 10 años y otro
chiquillo menor…
El anciano, permutó su
gesto por otro de pasmo cuando contestando a la pregunta de la señora sobre la
causa del problema, muestro el medio filete que estaba introducido en el radio
receptor…
De manera automática,
aplica una sonora bofetada a la niña que acababa de ser sorprendida al parecer
en un “delito” de camuflaje de comida…
Familia feliz, podrían seguir escuchando la radio novela,
niña castigada por esconder en la radio el filete (yo para eso tenía gato ó
perro), y yo con mis 12 pesetas ganadas muy bien y con mi ego en la
estratosfera…
Este éxito me llevó a insistir
en el intento de ser radio técnico…
Mi siguiente cliente se
presentó en la persona del frutero (al que le hablaron bien de mí), tenía un
pequeño radio que al rato de estar encendido se le distorsionaba la voz
haciendo imposible su audición…
Por lo problemático del
sitio del cliente opto por llevármelo a casa (también escamado por la actitud
vigilante del anciano).
Comienzo por conectarlo,
observo que es cierto, que según pasa el tiempo se vuelve imposible escuchar
nada con claridad… en mi extrema ignorancia, deduzco que puede se el altavoz
que esté flojo… intento apretarlo, se me resbala el destornillador… y acabo
“apuñalando” el altavoz, con el resultado de que el cono de cartón queda sin
tensión… disimulando la distorsión…
Lo vuelvo a montar y se lo
llevo al frutero, sin decirle lo ocurrido, no le cobro pues solo ha sido un
pequeño “ajuste”…
Pasadas unas semanas
acompaño a mi madre a la compra, cuando entramos en la frutería, está
funcionando la radio, ¡Pero metida
dentro de un cubo!...
Me dice que así se escucha
mejor… mis remordimientos me hacen ser imprudente y le pido la radio para
estudiarla… me la llevo a casa y comienzo a estudiar el caso…
No sé por donde empezar, mi
desconocimiento es grande y no veo la manera de enfocarlo…
Pienso con lógica, ¿Por qué
al principio se oye bien y al rato comienza a empeorar?
Es como si se recalentara…
me respondo.
Miro la radio… por dentro…
por fuera… veo una letras y números en la tapa de atrás, 50 Hz 110 volt… tomo
nota en un papel y me voy a una tienda donde compraba piezas de radio… le
pregunto que significan esa cifras y letras,
-Son la frecuencia de trabajo y la tensión de
la red, me responden…
¿Significa que necesita 110
voltios…?
– claro me responden…
Si yo tengo 125 voltios…
¿Qué tengo que hacer?...
–Ponle una resistencia para
que solo le entren 110 voltios…
De regreso a casa, sin
haber preguntado como se calcula esa resistencia, me dispongo a realizar
distintas pruebas hasta dar con la que quiero… lo hago de oído puesto que no
dispongo de instrumentación para medir voltios (el coste del polímetro era inalcanzable
por mi economía entonces)… por fin consigo una audición correcta… pasados unos
días de prueba, y no observando variaciones, devuelvo el aparato, lo dejo a
prueba y su cobro en la próxima vez que fuera a comprar…
Pasado un tiempo, cobro
otras 12 pesetas y tan contentos…
Decido no tomar mas
clientes de pago hasta no saber más, dedicándome a estudiar en los ratos libres
después de trabajar…
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