Fe de vida 11
![]() |
foto: https://plus.google.com/u/0/stream/circles/p429532358e377676 |
Hoy me he tropezado con un texto
en mi archivo de hace 17 años, pertenece
a un sueño que tuve; como en anteriores veces os he comentado, tengo sueños que me impactan vivamente, -este en concreto fue uno de ellos-
aunque pertenece a sentimientos personales, releído, creo que le puede resultar
interesante o curioso al menos a alguien (para él lo dedico) el resto tomároslo
como un desahogo literario mío.
No fue profético, (pues sigo
vivo) sí tuve un accidente de coche tres años más tarde, con siniestro del
coche al quedarme dormido al volante sin consecuencias para mi integridad
personal ni de nadie (salvo los vehículos, pero de eso se encargó el seguro);
mi madre murió 6 meses más tarde de ese sueño, a causa de una enfermedad crónica.
Sueño que tuve el día 21/04/97
Cruzábamos una
intersección, cuando dos coches se abalanzan sobre nosotros produciéndose un
atropello.
Nos levantamos del "revolcón" arreglándonos la ropa.
- Vaya trastazo tío.
(Le digo a mi acompañante)
- Si es verdad, pero
no he sentido dolor ninguno.
- Esto me huele muy
mal tío, (Le digo a mi acompañante mientras observo lo deteriorados que han
quedado los vehículos accidentados).
- ¿Que quieres decir?
- ¿No notas algo extraño? (le pregunto).
- Si, que no hay
ruido en absoluto, pero eso no quiere decir nada.
¿Eso te parece
normal? (le pregunto mientras le señalo a tres personas que acaban de traspasar
un cierre metálico sin abrir).
- No desde luego.
-Creo tío que estamos
muertos (le comento a mi acompañante).
- ¿Y ahora que
hacemos?
- Yo que sé, vamos para arriba como hace esta gente a ver
que pasa (nos encaminamos hacia una
calle por la que circulan numerosas personas).
Al cabo del tiempo
hemos llegado a un edificio donde penetramos, dentro de él hay bastantes
personas haciendo cola en un mostrador donde una señorita da unas tabletas de
color crema y un dedo de gordas por 10 centímetros de
largas y 5 de anchas...
(Sé, sin poder
explicar como lo sé, que cada tableta corresponde a un pecado).
Me llega el turno y
la señorita me da una tableta y me indica que pase al otro lado.
El otro lado al que
se refiere, es la otra acera de la calle, a la que hay que llegar a través de
un tablón podrido, que salva un profundo y negro abismo, que en vez de calzada
hay en ese sitio.
Al aproximarnos, mi
acompañante y yo mismo con nuestras respectivas tabletas, el hombre de edad
mediana y aspecto vulgar que pone orden en el pase por el tablón al otro lado a
modo de portero, se dirige a mi
acompañante y le dice socarrón:
- Me parece que usted
con tantas tabletas no pasará, se romperá el tablón y caerá.
Mi acompañante tiene
una cara de terror enorme y un gesto muy apesadumbrado.
Yo le miro con
profunda pena, mientras me fijo en los dos montones de tabletas que porta en
las manos.
Me dirijo al señor
que hace las veces de portero del tablón y le pregunto si el peso corporal
influye en la rotura del tablón.
-Para nada (me
contesta), solo pesan las tabletas.
Me dirijo a mi
afligido acompañante, le tomo la mitad de sus tabletas e inicio el paso por el
tablón, que afortunadamente no se rompe.
Ya en el otro lado le
hago señas para que pase.
Nos encaminamos hacia otro edificio donde tenemos que
presentarnos.
Me encuentro en una
ciudad, con sus vehículos, kioscos de
prensa y todo el equipamiento de una ciudad.
Ya no estoy con mi
acompañante, parece que nuestros caminos se han separado.
Lo que sí noto es que
ahora tengo un "Don" que antes no tenía, que es el de poder volar.
De momento disfruto
de un permiso para poder volver a mi antigua casa.
Me encuentro mi casa
llena de gente, en la que mi madre con muchas dificultades está sirviendo café
a mis familiares, mientras mi hermano estaba haciendo la cama de mi madre.
Consuelo a mi madre y
le digo que no se preocupe, que cuando le toque morir, la estaré esperando y
verá que bien lo vamos a pasar; pasado
un corto tiempo me vuelvo a donde vine.
Comienzo con mi "misión" en el nuevo lugar (no se
cual es).
Me encuentro
practicando el nuevo "don" de volar.
Al principio son tremendos
los fallos que cometo. Ya me tuerzo, ya doy con mis huesos en el suelo (sin
daño físico), ya me llevo un kiosco de prensa
por delante.
Es verdaderamente
difícil volar (me tengo que concentrar, abrir los brazos en cruz y
concentrarme, es entonces cuando empiezo a levitar, lo de ir hacia la dirección
elegida es tema aparte).
Lo que mejor hago es
tirarme de un edificio y planear hasta el suelo, incluso realizar vuelos
rasantes (cosa que en mi misión hago frecuentemente cuando tengo que salvar a
algún niño, que al parecer son mi especialidad).
Esta ocupación me
lleva toda la jornada en la que acabo extenuado, aunque el cansancio no es
físico, pues en este nuevo estado el dolor y otras sensaciones no están
presentes.
Al cabo de la jornada
he luchado con bastantes "malandrines" y he desecho bastantes males,
gracias al don de volar, los "malos" siempre se quedaban con dos
cuartas de narices.
Ya de regreso a algún
sitio con las facultades de volar algo mermadas paso a algunas situaciones algo
confusas en mis recuerdos y por lo tanto de difícil explicación por escrito pues
son sensaciones muy profundas.
Disfruté el relato un montón. Vívido, bien narrado, muy descriptivo y aleccionador, lleno de imágenes y de creencias metafísicas que se leen fácilmente entre líneas. Estoy llegando de una clase estupenda, con la que se inicia un taller acerca de la Experiencia Mística que facilita un gran poeta y amigo para creyentes y para quienes no lo somos. Así que me resultó fácil y realmente grato encontrarle el contenido místico a este sueño lúcido de mi apreciado Alberto Antonio. Que aún lo recuerde dice mucho de bueno. Abrazo.
ResponderEliminarClaramente a seres como tú iba dedicado; me alegra que disfrutaras y entendieras por qué me resultó impactante este sueño de hace 17 años ya.
EliminarLo del taller que mencionas parece muy interesante…
Un gran abrazo amigo Gustavo.