10 bolígrafos.
Tenía yo
entonces nueve años de edad, comenzamos un nuevo curso escolar en el colegio público,
iba yo equipado con una cartera mochila de espalda de cartón, un plumier de
madera (que aún conservo con todo su aroma a mi escuela de primaria) que contenía
un palillero, un plumín, un pizarrín de yeso, un lapicero de mina de grafito,
una goma de borrar Milán y un lápiz de tinta (acuarelable).
Todos ansiábamos
tener uno igual, y no la molesta pluma de plumín que a cada instante teníamos
que mojar en el tintero comunal y que no pocas veces nuestra impericia no hacía
echar un borrón (gran drama por aquel tiempo).
Tiempos de
inventos y novedades aquellos años de los 50 del pasado siglo; pronto, un hijo
de emigrante que regresó al que llamábamos el “belga”, pues nos parecía muy exóticas
sus costumbres raras que por lo visto allí eran cosa normal, trajo para
sobresalir por encima del “niño del Bic” una pluma estilográfica que se cargaba
con un émbolo como las jeringas de las inyecciones…
Pronto el
maestro en un alarde de igualitarismo social prohibió el uso de ambos medios de
escritura hasta (según sus palabras) que todos no pudiésemos disponer de ellas
(sic).
Año 2016, hoy
dispongo en un bote para mi disposición, 10 bolígrafos, todos magníficos y de
origen diverso, cuento entre ellos varias nacionalidades, y son procedentes de
regalos de una persona que me quiere que viaja (al que le tengo prohibido que
se gaste nada en mi persona) quien no se resiste a traerme bolígrafos
exquisitamente elegidos entre los de precio bajo, pero que escriban bien tirando
a muy bien.
Esto me ha
generado un problema, deseo usarlos todos, pero es imposible hacerlo, he tenido
que establecer turno entre ellos.
No puedo
donarlos, al ser un regalo no puedo ni deseo hacer el desprecio a quien me
quiere, y esto me perturba.
Ya sé que
alguien pensará “este tío es tonto” o “vive demasiado desocupado si eso es lo
que le perturba” “mil preocupaciones le deberían de venir para que no se
perturbara por cosa tan nimia”
Es que la vida
es “un tango” que diría el poeta…
Cuando éramos
niños nos perturbaba el no tener el bolígrafo Bic y hoy el no poder usarlos
todos frenéticamente (a veces creo que el ser humano ha nacido para agobiarse).
Aunque realmente
solo los uso para tomar notas, pues cuando escribo lo hago en el ordenador,
luego no debería perturbarme nada de eso. No contento con “esa complicación” mi
edad me hace recordar pasadas experiencias, y ahora me ha dado por escribir con
palillero y pluma, lo hago poco pero lo
hago.
Pensándolo bien,
si solo son esas nimiedades las que me agobian, es que o me he quedado sin
sensibilidad social o que he llegado a un estadio mental determinado.
Más bien lo
segundo creo…
Otro día hablaré
sobre ello.
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