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Re edición diez (la condición humana)


El problema que he observado es la intima y al parecer natural unidad, entre los deseos animales, siendo en el hombre, esos mismos deseos, un rival con el espíritu de ese mismo animal.
En una entrada anterior identifico esos deseos y los englobo en el "mundanismo", de suerte que un hombre muy humano puede significar un ser lleno de mundanismo en el peor sentido. En mi descargo, cuando tenga que rendir cuenta de mis hechos, posiblemente arguya: ¡Es que me hiciste muy humano!
Pero como tengo libre albedrío me he propuesto "des-humanizarme", hasta que alguien pueda reconocerme como poco humano (en el mejor sentido) y ya solo vean al hombre espiritual.

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¿Qué se nos pide realmente? Que separemos nuestro yo animal de nuestro yo espiritual.
Lo que nos es tan difícil seguir, es contradecir a nuestros instintos animales.
La separación al 100 % de nuestra parte animal, será la meta del hombre perfecto, pero mientras se esté encadenado físicamente al cuerpo biológico, la lucha será casi un imposible.
El humano ha dejado de evolucionar en lo físico, ya solo le resta hacerlo en lo espiritual, o lo que parece ser lo mismo: psíquicamente.

Si se consigue, puede ser un verdadero prodigio, lo que nos cuentan de que la fe puede mover una montaña por ejemplo, puede llegar a ser posible el hacerlo, incluso el levitar, la autocuración y otros signos que nos pueden llenar de asombro, lo que llamamos milagros.

Solo necesitamos fe, ejercitar nuestra psiquis para reforzar la llama de la fe.

¿Cómo se consigue esto?
Dominando nuestras anclas animales naturales.
Es todo un ejercicio de voluntad el realizarlo.

Nuestra meta es el hombre perfecto, pero como el atleta que tiene fijado su objetivo en la medalla olímpica, necesita pasar por un entrenamiento previo, y un reforzamiento de su cuerpo para solo intentarlo, nosotros tenemos que hacer lo propio con nuestro cuerpo.

Cuando la meta es muy alta, no podemos siquiera intentar llegar a la cima en un primer intento, tenemos que dividirla en metas parciales.

Éstas nos reforzarán el cuerpo y la mente, y nos potenciará la voluntad.
Podemos intentar en un primer intento, romper el ancla que nos ata a un vicio pernicioso: el juego de azar, el beber alcohol, el fumar, el sexo descontrolado, el ser maldicientes, dominar la envidia, la avaricia, la concupiscencia, la ira, y de este modo podemos seguir hasta el total.

Cada pequeña victoria te reforzará y te dará más fuerza para la siguiente, te sientes más fuerte y eso te da una sensación de bienestar muy gratificante; al modo de ese juego de ordenador que ganas más “vida”, tu escudo de fuerza ya es cada vez mayor, o al menos con menos “rotos” por donde se cuelan los peligros, ya eres más invulnerable, ya no estas completamente desnudo, tienes un escudo de fuerza y tienes que conseguir más prendas de protección para completar tu esfera completa.
Sin gloriarse a uno mismo (lo que es malo), disfruta de esta sensación de poder y piensa en lo que sentirás cuando tengas más.
Yo ya he empezado a ponerlo en práctica, es posible empezar a mejorar.

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