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Re edición doce (la desesperación)

Debemos leer esta entrada como el producto de la observación del autor que como un forense social reflexiona sobre lo observado y trata de sacar enseñanzas para sí mismo y nos las comparte. En el párrafo:
[He trabajado 50 años, comencé joven, ahora soy viejo, he acumulado mucho. ¿Quién va a gastar lo acumulado?]
se preocupa por quién heredará lo trabajado, suponiendo que el observado haya conseguido acumular y alguna catástrofe personal no le haya cambiado el resultado y se encuentre que no tiene que preocuparse por quién lo gastará. Aquí una racionalidad espiritual, o de simple minimalismo, le hubiera llevado a no acumular en este mundo, y si acumular "otro tipo de tesoros" que no esté sometido al desgaste del mundo y que  haría más feliz y tranquila su vida terrena, y si es trascendente, seguro que cumpliría con el balance, con el debe y el haber de su alma. 

Pego otra entrada al final de la entrada presente  que viene muy bien al argumento: 
 [Por eso mismo me encanta el que seamos mortales, esa “gran igualadora”, somos corruptibles y nuestros bienes, también lo son, adoramos ídolos corruptibles que se lo comerá el tiempo, y lo dejan aquí, todo lo acumulado y que no han sabido gastar, sufrirán por ello, por dejarlo aquí, y sufrirán mucho.]




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¿Levantarse cada día para ir a la ocupación, volver a casa para dormir, cumplir con deberes maritales estando cansado, volver a levantarse temprano para volver a repetir lo mismo, y sentirse perturbado si cambia nuestra zona de confort?

Luchar por nuestro puesto de trabajo, por los ascensos y el día a día del negocio, sin límite de tiempo, salvo en algún caso la “jubilación” ¿Es vivir?

No disponemos de tiempo para jugar con nuestros retoños, con nuestra esposa, ir a la reunión del sindicato o del partido, del club de fútbol ¿Es eso vivir?
Yo tenía claro cuales eran mis afanes, nunca los conseguí, eran afanes solo del mundo: sexo en exclusiva, vivienda y trabajo bien pagado.
Nunca me pregunté por el precio de todo ello, hoy lo conozco y no valía la pena, estaba sobrevalorado.
He trabajado 50 años, comencé joven, ahora soy viejo, he acumulado mucho. ¿Quién va a gastar lo acumulado?
Firmado: “Un humano desesperado”


Lectura del libro de Job (7,1-4.6-7):

Habló Job, diciendo: «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.»


Solo la fe encontrada en mi camino me ha salvado de la desesperanza.


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Es lo que hay, el mundo es así.
Es lo que toca, siempre habrá ricos y pobres.
El que a buen árbol se arrima, buena sombra le protege.

Es una muestra de lo que es el mundo, y de eso me abstengo cuando digo que me descarto del mundo.
“Es lo que hay, el mundo es así.” Pues no  me resigno, soy parte del mundo y voy a barrer mi casa y la puerta de mi casa, si todos hacemos lo mismo, conseguiremos un mundo más limpio.

“Es lo que toca, siempre habrá ricos y pobres.” Solo si trabajamos en ello, manteniendo las desigualdades, pues con ellas, sin esas “diferencias” se notaría mucho que somos incluso menos que con los que nos comparamos, muchos necesitan “esas diferencias” para creerse (erróneamente) que son mejores o superiores.
Además, ¿Qué se entiende por rico? ¿Qué tiene mucho dinero?
No tiene nada, me gusta la frase: “Es un hombre muy pobre, no tiene nada más que dinero”.
Por eso mismo me encanta el que seamos mortales, esa “gran igualadora”, somos corruptibles y nuestros bienes, también lo son, adoramos ídolos corruptibles que se lo comerá el tiempo, y lo dejan aquí, todo lo acumulado y que no han sabido gastar, sufrirán por ello, por dejarlo aquí, y sufrirán mucho.

“El que a buen árbol se arrima, buena sombra le protege.” Una frase que define lo interiorizado que tiene “el mundo” la corrupción del ser y del aparentar.
Parece cierta esta frase, pero no siempre. Recordemos cuando al cobijarse bajo un gran árbol durante una tormenta, cae un rayo y lo fulmina, o cuando bajo su sombra, se produce un viento fuerte, o simplemente ese “coloso” tiene las raíces “podridas”, se rasga una gran rama y aplasta al cobijado.

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