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Pandemia y minimalismo

La pandemia ha obligado a una sociedad totalmente alejada del minimalismo en cuanto a sus hábitos, a adoptar forzosamente un frenazo, cuando no un cambio radical en su modo de vivir.

Esa sociedad otrora consumista compulsiva ha visto como primero era confinada en sus domicilios, limitado las salidas para visitar grandes centros comerciales, eventos multitudinarios, quedadas entre amigos, y otras mil vicisitudes que todos conocemos.


¿Y cómo ha afectado a un minimalista todo esto?

Para conocerlo habría que preguntar a los propios minimalistas que como no son un patrón fijo seguro que nos darían muchísimas respuestas, pero yo sí puedo contar como me ha afectado a mi. 



Tomé como es mi costumbre nota de casi todo desde el principio, ahora puedo, volviendo a leerlas, sacar conclusiones de lo que le sucedió a la sociedad de mi entorno. Contada como una crónica puedo leer sobre el primer día del anuncio de la pandemia: 


Día #0

La gente se crispa y en esa situación se lanza al super para acumular alimentos de larga caducidad, pareciera que se prepararan para un asedio, y lo más curioso fue la cantidad de papel higiénico que era desmesurada la cantidad, hasta agotar las existencias del comercio


He tenido dificultad para conseguir mis mínimas necesidades, pero lo he conseguido diversificando proveedores.

Toda esta situación tiene un hecho pedagógico muy fuerte: nos hace ver lo interdependiente que es la sociedad y que cualquier cosa incide en la economía: 1ª lección.


Día #1 

Estoy enganchado a las tertulias sobre la epidemia; no es morbo, pánico tampoco, es curiosidad sociológica, Nunca había tenido la oportunidad de observar y experimentar una cosa como ésta.

Han empezado por cerrar todos los lugares de reunión social, desde colegios y universidades hasta las bibliotecas,  además han aconsejado a las personas mayores que no usen los transportes públicos


Día #3

Tercer día de "fiebre consumista" y no he podido comprar en el Super. ¡Que locura!


Día #4

Sigue la gente con la neurosis y no para de comprar, por fin he conseguido mis dos paquetes sencillos de pañuelos de papel.


Día #9

Hoy está el tiempo nuboso pero sin llover, salgo a comprar el pan que ayer no pude comprar por la cola que había, tomates...la gente sigue civilizada y guardando las distancias, parece que el histerismo de compra compulsiva se va frenando.

Esta circunstancia de enclaustramiento está trayendo consigo un cambio de paradigma al tener que diversificar los sitios de compra donde los consumidores estamos visualizando cosas que hasta ahora pasaban desapercibidas, descubriendo el pequeño comercio de cercanía; estoy pasando a cocinar más sano, ahora por ejemplo me cuezo los garbanzos, las verduras y fabrico mi propio tomate, en vez de comprarlo envasado o precocinado.


Estoy poniendo todo mi conocimiento minimalista en el arte de sobrevivir en épocas de dificultades, da igual que sea por un virus, por una guerra o por una precariedad económica como ya tuve en el pasado, donde sólo el ingenio con la ayuda de Dios me ayudó.


Observo así mismo que algunos se han visto enfrentados a su propia vida, esa vida que habían construido, pero no vivido por no tener tiempo de vividla ocupados como estaban en el sin vivir del día a día, estando obligados por la necesidad, a "disfrutar" la realidad, está siendo todo un ejercicio de pedagogía, todos valorarán en su justa medida lo alcanzado, algunas personas notarán en todo su esplendor lo fútil de  lo logrado.


Al día de hoy, después de meses de pandemia, parece que se han relajado, los consumistas desean volver al consumo desaforado, demostrando con ello que no han aprendido nada, que son unos “adictos” a lo que los esclaviza, yo por mi parte, me he reafirmado en mi filosofía minimalista y religiosa, y cada vez veo más claro todo. 

Ahora, estos que no han aprendido nada, tendrán que aprender otra lección: la económica, tras la crisis que sin remedio vamos a sufrir como si de una plaga se tratara, esa será una lección que sólo los minimalistas estarán en mejor posición para afrontarla con más acierto y menos sufrimiento.


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