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Proyecto minimalismo 25/3

 

Decía en el anterior post:
"Hasta ahora nuestra vida era consumo sin sentido, tener por tener (nos metieron en la cabeza que tanto tienes, tanto vales), y claro ¿Quién no quiere valer más? Estamos constantemente rodeados de mensajes explícitos en ese sentido".

La especulación, a la que nos habíamos apuntado todos con fervor de nuevos conversos, desde la pareja de ancianos que deseaba especular con sus posesiones inmobiliarias, hasta la joven pareja que se metía en una super hipoteca  en la confianza de que estaban realizando la especulación de su vida futura que se les antojaba de millonarios por la revalorización del mercado

El ciudadano de clase media que en tiempos de bonanza especulaba comprando plazas de garaje para alquilarlas en rentas altas debido a la previsible demanda en crecimiento constante…

Los vecinos propietarios de inmuebles que mudados en los buenos tiempos a pisos mejores alquilan alto los viejos inmuebles que durante la “fiesta pasada” se resistían a cuotas de mantenimiento moderadas, exigiendo en las reuniones de propietarios el pagar siempre las mínimas cuotas, y quejándose después de las derramas…

¿Nadie les dijo que las derramas –salvo por imprevistos- son cantidades que debían de haber satisfecho en buena lógica para evitar el reparar después con más gasto?

En definitiva, la codicia siempre pasa factura…

Ha pasado el tiempo para mi de la especulación.

Compartir, es el mantra que ahora se impone en la actualidad por necesidad.
Otros lo llaman economía colaborativa, pero de cualquier forma es compartir, es decir colaborar en la economía para hacerla posible en el tiempo y eficaz al mismo tiempo.
 
Compartir un piso puede ser un ejemplo, donde se comparten gastos y esfuerzo en la vivienda…Compartir por medio del alquiler de la posesión de una finca… urbana o rural.

Compartir el taladro eléctrico que solo usamos una vez al año con la contraprestación de servicio o de otro elemento que le valga al dueño del taladro… Puede ser tiempo del que puede escasear la otra persona por ejemplo, haciéndole un recado en su nombre.

  • Mi situación en el pasado, me exigió que compartiera piso con varias personas, os relato como fue:  disponía como vivienda privada de una habitación de 12 metros cuadrados, siendo el resto zonas comunes de las que no soy responsable de su decoración (aunque como soy militante del minimalismo influyo también).

Tengo a mi disposición una habitación vacía que debo rellenar según mis posibilidades y necesidades. Empiezo definiendo mis necesidades básicas.
  • Dormir.
  • Actividades de organización, cultura e integración con la sociedad, distracciones y distraimientos necesarios, aficiones, alimentación e higiene personal, vestuario.
Muchas actividades y poco sitio, minimicemos y seamos productivos.

Dormir, cosa muy importante, consigo reciclado un soporte de lamas de razonable calidad al que le doto de un colchón de látex y tiro el colchón de muelles reciclado de mis vecinos, que me producía dolor de riñones…
  • Me compro ropa de cama, incluido un edredón nórdico por su facilidad de montaje y una buena almohada de látex también, con lo que soluciono por muchísimo tiempo este aspecto.
La organización de llamemos “oficina”, la soluciono con dos borriquetas de 6 € cada una de pino virgen y un tablero abandonado de una remodelación vecinal de 2x 1,80 metros al que le adhiero un plástico que simula madera de roble, con lo que dispongo de una mesa de trabajo magnifica en la que pongo una impresora comprada con una pequeña reparación a un vecino que me pagó regalándome la impresora.
Ya dispongo de mi ordenador reciclado, de mi impresora en pago de servicio con lo que soluciono el tema informático.
Las películas de vídeo que me regalan las almaceno en unas estanterías confeccionadas con una caja de zapatos y otra caja de no sé que producto tirada a la basura que forma mi minimalista biblioteca y videoteca.
Una pequeña coqueta de tres cajones sirve para guardar mi ropa interior limpia, las sábanas, calcetines y prendas pequeñas de abrigo.
Una mesita de tres cajones cumple la función de pequeño archivo de cosas útiles y en uso.
Otro mueble “bastardo” que cumple funciones varias… todos los muebles reciclados de la basura.
Cuando paseo, voy a la compra, o simplemente me socializo con el entorno, siempre estoy atento a lo que hay en las aceras.

Cuando disponía de esposa y hacienda, era ella la que disponía que muebles comprar, la moda marcaba el estilo y los diseños los ofrecían los almacenes… todos influían, menos yo.

Hoy, solo yo decido.

Voy por la calle, veo un mueble, lo examino con mirada crítica, me pregunto:
¿Cumpliría una función en mi beneficio?
¿Me vale como está ahora o necesita una transformación?
¿La reparación la puedo yo realizar?
Si hay respuesta afirmativa, cargo con él y si solapa otro mueble disponible, simplemente lo sustituye, si no lo complementa.
De suerte que mi “mesita archivo” ha sido complementada con una mesa de TV transformada en estantería superior que la ha dotado de mucha funcionalidad, sustituyendo ambas a una enorme cajonera de armario que cumplía deficientemente esas mismas funciones, he ganado sitio, organización, productividad e higiene.
Ni que decir tiene que si encuentro algo más adecuado, serán sustituidos.
Cuatro tablas canteadas blancas, debidamente ensambladas con tornillos, se convierten en una pequeña estantería de pared para mi aseo cotidiano, ya que no dispongo de armario de aseo.
Un clavo en la pared y un lazo de cuerda, se convierten en un útil sistema de almacenar mis cascos y tenerlos siempre a mano.
Una bandera nacional colocada en mi ventana que no dispone de cortinas, cumple varias funciones:
1.-Grita mi patriotismo.
2.-Tapa mi rostro a los vecinos de enfrente.
3.- Me alegra la vista y el espíritu con sus atractivos colores.
4.- Y sigue celebrando la copa mundial de futbol donde ganamos una estrella.
Mi organización de trabajo la cumple una bandeja de entrada de papeles a organizar, construida con la tapa de zapatos que me sirvió de videoteca.
Un dossier de papeles para reciclar de donde saco las hojas que por su anverso coloco en unas pinzas donde escribo las tareas a realizar en ese día. Otra caja de zapatos reconvertida en muy útil papelera. Y por supuesto un sillón (también reciclado de la basura) da forma a mi mini despacho.
Diferentes maletines (alguno de ellos reciclados y transformados en maletas de herramientas para mis diversas actuaciones en el marco del bricolaje de asistencia a la comunidad…)
El armario no existe (de momento), su función la cumple un perchero de pared y una maleta grande de viaje.
No existe fondo de armario que gestionar, solo está lo que uso y cuando envejece es sustituida, de forma que siempre hay el mismo número de prendas. 
Esto no es de mi preocupación ¿Por qué?
Porque esto me recuerda constantemente que estoy de paso…
Y así quiero vivir, no deseo anclas… solo ser consciente que estamos de paso, vivir, ser felices debe de ser mi objeto de vida.

Tengo dicho que para juzgar el presente se debe empezar con una mirada al pasado, veremos cuánto es lo avanzado o lo retrocedido, en este caso miremos cómo era antes:

Antes cuando especulábamos:

Voy a alquilar mi posesión para sacar una renta que me permita reinvertir en la compra de otro inmueble y vivir con las dos rentas a cuerpo de rey…

Las rentas de mis plazas de garaje me van a permitir tener una pensión opípara… además me dan más que en el banco por mis depósitos.

Ahora desde un nuevo criterio:

Voy a compartir alquilando mis posesiones para que me ayuden a mantener mi patrimonio…

El compartir en alquiler mis plazas de garaje me ayudará en el pago de mis impuestos.

Hemos cambiado la palabra especulativa de ganar por la de compartir recursos y necesidades.

El que aún no entienda esto y no se adapte al momento, va a tener peores formas de enterarse...

Reflexionaba en un momento determinado...

El animal que era antes, está eclosionando desde la metamorfosis sufrida por causa de la ruina económica fundamentalmente, que fue el catalizador de todo el proceso, lo mismo que le ocurre al mundo que ya nunca va ser el mismo…

El virus del consumismo que me contagió unas enormes ganas de poseer cosas que ni tenia tiempo de procesar. 

Mi metamorfosis está dando un nuevo animal: minimalista, productivo y sobre todo un fenómeno insólito en mí, retro y más lento y pausado.

Estoy rescatando con mucho trabajo modos y costumbres que resultan anacrónicas en el siglo XXI, he intentado retomar mi primer y sencillo teléfono móvil, pero no ha sido posible, pues la red no admite esa tecnología…

Todo te lleva en volandas hacia una sociedad tecnológicamente dirigida, y resulta muy difícil el escapar, de ahí que mi metamorfosis resulte revolucionaria, me llega por X una noticia: “Los libros electrónicos Kindle de Amazon sufren los escáneres de los aeropuertos”. Esta noticia corrobora lo que cuento, somos prisioneros con sensación de libertad.

Desde mi nuevo cuerpo nacido de la metamorfosis, pretendo tener las mínimas cadenas, comienzo con desaprender lo aprendido que eran cosas y roles equivocados, aprenderé sobre la marcha ayudado de mi experiencia, auxiliado por mi intuición, puesto que mi parte lógica me la han contaminado con enseñanzas erróneas, pues lo que fue mi etapa de educación y formación, era en realidad una etapa de doma y adoctrinamiento.

Libre experimentaré la sensación de desnudez de cosas inútiles que ocupan sitio y generan gastos, adicción y control sobre mi vida y felicidad, seré feliz siendo yo mismo a mi manera no a la manera que me dijeron que sería feliz…

Sentiré el aire fresco correr por mi cuerpo desnudo de cosas superfluas.

Me sentiré abrigado por los nuevos conocimientos adquiridos y con los corroborados por mi experiencia.

Tendré tiempo para lo que considere, pues ninguna agenda me marcará las tareas.

Practicaré a menudo el desapego a cosas y personas que me esclavizan... una desafección amorosa y medida, humana y empática, pero desafección liberadora, pues nadie puede vivir tu vida ni tu puedes vivir la de otra persona.

Y si me equivoco…tampoco tendrá importancia, soy humano y errar es de humanos.

De todas formas la vida es finita y es una estupidez desperdiciarla en tareas tediosas que te marcan desde fuera, que se seguirán haciendo por otras víctimas y que nadie se acordará de que tú las hacías…

Consumir responsable, sí, pero responsable contigo mismo lo primero…

No se me fue la "olla" en aquel tiempo, eso es lo que se gestaba en occidente entonces de manera soterrada, yo lo viví/sufrí en 1ª persona, y hasta se promulgó una encíclica al efecto:

junio 30, 2015

Me voy a permitir el extraer un par de párrafos de la encíclica  del papa Francisco que estoy leyendo con suma atención.

Tiene mucha sustancia, toca el meollo de los males de “nuestra casa común” que no por “temporal” no nos importa menos a los cristianos, nos incumbe tanto como a los que no creen, pues todos somos miembros de la misma comunidad humana.

Los párrafos están sacados del capitulo titulado “Gozo y paz” y es totalmente material para nosotros los minimalistas.

Gozo y paz

222.

La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo.

Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas, y también en la Biblia.

Se trata de la convicción de que « menos es más ».

La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento.

En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal.

La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres.

223.

La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora.

No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario.

En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple.

Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión.

Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración.

La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.




















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