Experimento vital II
Cuando caminamos a oscuras o sin luz que nos indique el camino, andamos, tropezamos y a veces acertamos; pero no nos produce las mismas sensaciones que cuando lo hacemos conscientes y seguros del camino, pues hasta de los tropiezos disfrutamos. Si en el pasado, hubiera sido consciente del por qué y del cómo de lo que estaba haciendo, mi disfrute habría sido enorme. Sí fui consciente durante bastante tiempo, del “hacer” de mi Ángel, conmigo y contra mí, hasta llegué en un alarde de generosidad, a avisar a mis agresores del peligro a que se exponían tratando de dañarme gratuitamente, -por supuesto que no me dieron el mayor crédito- y por ese mismo motivo, fueron severamente corregidos, lo mismo que multitud de veces lo fui yo mismo por el mismo motivo. Tiempo después de ese periodo de “gracia” el mundanismo en que me sumergí, ahogó la labor de mi “Ángel”, a veces creo que lo aburrí con mi contumacia en el error, o simplemente me dejó ante mi sensación de autosuficiencia, d