Una hormiga
Una hormiga de menos de un milímetro, a la que he estado observando en el suelo de mi comedor, me ha suscitado una reflexión sobre nosotros y el mundo en que nos movemos con nuestros miedos y nuestras neuras. Se movía con un rumbo incierto e ignoto para mí, -intuyo que era una exploradora- impasible a mi “enorme presencia” que podía aplastarla en mi movimiento por la habitación, eso al parecer no era su preocupación, sorprendido por ello, golpéo con un bastón a un centímetro de ella, y ni se inmuta, impertérrita sigue su errático rumbo. Más tarde tengo que pasar la fregona, por supuesto la friego también a ella que no pudo escapar de la fregada, pero me malicio que eso da igual, otra la sustituye en su labor prontamente. Decido hacer un experimento: dejo un pequeñísimo trozo de brócoli con mahonesa de mi cena, y espero, horas después, hay un reguero de hormigas que disciplinadamente rodean ese montoncito de brócoli con mahonesa, son lo menos más de cien pequeñas hormigas, todas rubi